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Trayecto: entre Ervas Tenras y Souro Pires – Figueira de Castelo Rodrigo
Distancia recorrida: 41 km
Tiempo circulando: 3:47 horas
Velocidad media: 11 m/h
Tiempo: Sol y niebla a causa de los incendios
Dormir… eso es lo que hice por la noche, sin más perros ni problemas y, aunque no fue una de las noches más agradables de toda mi aventura por Portugal, sirvió para descansar y recuperar fuerzas para la etapa de hoy. Una etapa con 14 kilómetros de subida en el final de la ruta y con un ambiente enrarecido por la extraña niebla que ya de buena mañana tapó mínimamente el sol.
De bajada pasé por Pinhel, una ciudad pequeña con mucha historia de la que decidí pasar para llegar, lo más pronto posible al destino: Figueira de Castelo Rodrigo.
Los primeros kilómetros fueron más de bajada, con alguna subida esporádica de la que disfruté profundamente por los bonitos paisajes que se vislumbraban.
A partir de los últimos 14 que comentaba y a la que acababa en un rio empezó la dura subida. Sin parar demasiado; pero con algunas fotos necesarias para mi colección. Una buena sudada y un par de horas después lo tenía echo y desde lejos veía el famoso monte de La Morofa, el castillo histórico de la ciudad de Figueira de Castelo Rodrigo, que de esa manera me daba la bienvenida.
A mi llegada busqué una red wifi para poder conectarme y desde ahí contacté con mi hermana Susanna y Marc para seguir hablando con Ángel, un amigo que quería venir pedaleando de La Redonda con su amigo Cañones.
Después de eso seguí comiendo unos sándwiches, que aun me quedaban y fui eliminando la lista de tareas que tenía en cuanto llegara a Figueira. Primero reservar una mesa en el restaurante en el que habíamos comido el plato típico por excelencia de Portugal, la cataplana. Acto seguido fui, por encargo de Ángel, a buscar una habitación más o menos económica, para nosotros tres y una vez conseguido Luis, mi amigo de Barcelona que me había dado una sorpresa al ir a La Redonda, invitados por mis padres, por estas fechas, coincidiendo conmigo.
Aunque yo aun estaba bien sucio y, poco después de saludarnos y abrazarnos, me metí en la habitación para ducharme y cambiarme de ropa. Con la emoción de volver a verlos y con todo lo que me estaba sucediendo me dejé la cámara durante media hora sobre la mesa de recepción del hostal, aunque tuve suerte de poder recuperarla.
Renovado por fuera ya fui al restaurante donde estaban terminando de comer la familia de Luis y charlamos un poco y con su coche subimos hasta el castillo, en el que paseamos un rato y vimos todo el paisaje que desde ese punto tan alto y que dejaba entrever la bruma de los incendios.
Para terminar su visita me invitaron a tomar una tónica y ya se despidieron dejándome en la puerta del hostal con un: hasta mañana.
Al poco rato de descanso salí del hostal para dar una vuelta al pueblo y cambiar la hora de reserva del restaurante y de repente me encontré recién llegados a mi buen amigo Ángel y a Cañones, que era la primera vez que nos conocíamos.
Con un fuerte abrazo y muchas sonrisas fuimos juntos a la labor por la que había salido y volvimos al hostal .
Duchándose y dejando todo recogido volvimos a la calle y empezó una celebración con cerveza Sagres por todo lo alto para después cenar de lujo en el mismo hostal donde estábamos.
Continuando disfrutando hablando y riendo pasamos la noche hasta las 3 como una buena bienvenida anterior a llegar a mi pueblo.
Pertenece al diario: La vuelta al mundo
13 / 08 / 16