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Trayecto: Melchor de Mencos - Belize City
Distancia recorrida: 56 km
Tiempo circulando: 4:41 horas
Velocidad media: 16 km / h
Tiempo: Nublado con lloviznas
Nunca me hubiera imaginado que en Belize, un país desconocido para mi antes de planificar esta vuelta al mundo, me darían una bienvenida tan, tan calurosa y fascinante. Y es que Rodolfo, el embajador de España en este país, me había organizado unos días maravillosos en los que rodar quedaba de lado y la cultura y su gente se ganaban el primer puesto en mi balance del país.
Aún y así me faltaba pasar la aduana y que validaran el pasaporte y eso lo hice en un tiempo récord con mi amigo Óscar, que además de acompañarme en todo ese proceso tedioso, me invitó a un desayuno de tamal con pollo para chuparse los dedos.
En la frontera Guatemala, nada más me chequearon el pasaporte deseándome suerte y todo lo mejor y mientras Óscar hablaba con su amigo que trabajaba allí, yo negocié un cambio con un señor al que Óscar muy atento se apuntó a ayudarme de nuevo en esas duras negociaciones.
Con un cielo gris y una bandera azul grana ya pasé al siguiente nivel, la aduana de Belize, hablándome en inglés, por ser su lengua oficial, me pidieron que dejara la bici fuera de las oficinas. Sin gente en la ventanilla presenté mi pasaporte y sin mediar palabras, ni miradas hacia mi rostro, me selló rápidamente el pasaporte dándome, ahora si, la bienvenida a este nuevo país, tan diferente a los demás por haber sido colonia inglesa.
Despidiéndome de Óscar con un abrazo y dándole mil gracias inicié mi jornada para llegar hasta San Ignacio, un pueblo a 15 kilómetros en el que me estaban esperando algunas personas de Belize concertadas por Rodolfo.
Mientras pedaleaba sacando las primeras fotos y viendo las primeras señas de identidad del país, con carreteras algo peores que en Guatemala, una furgoneta vino en mi búsqueda, era Joel, uno de los amigos de Rodolfo y un compañero suyo. Me subieron la bicicleta en la furgoneta, para llevarme hasta San Ignacio donde me estaban esperando otros ciclistas con los que me querían entrevistar acerca de mi viaje.
Una vez llegamos volví a montar la bici y Joel me invitó a las primeras fajitas belizeñas, un plato más o menos típico de aquí que consiste en varias tortillas de maíz con carne y vegetales en su interior bien ricos.
Después de eso, y habiéndonos conocido, todos quisieron pedalear conmigo con la idea de llegar a Belmopan antes de comer, ya que el embajador de México en Belize quería conocerme e invitarme a comer con él en la embajada.
Con prisas y con charlas empezamos a recorrer las primeras subidas y bajadas, cada vez más leves, del recorrido viendo pasar las casas pobres, muy variadas, que los habitantes de Belize tenían al lado de la carretera. En Belize se concentras varias etnias: negros, traídos por los ingleses hace mucho tiempo atrás, como gran mayoría, latinos, provenientes de Guatemala y México entre otros, chinos, ingleses y norteamericanos. Realmente una variedad muy extensa, al igual que las lenguas habladas son muchas, aparte del inglés oficial, español, mandarín y la primera y la más hablada es la de aquí, un inglés mezclado con la lengua antigua del país que al final no llego a entender más que alguna palabra.
A mitad del recorrido los otros ciclistas se despidieron teniendo que correr un poco más para llegar a Belmopan un poco antes. Yo continué con Joel y su furgoneta detrás de nosotros protegiendo nuestras pedaladas hasta Belmopan.
Una vez allí nos acercamos hasta la susodicha embajada mexicana con la mala suerte que Carlos se habían tenido que ir por unas emergencias con lo que pasamos al plan B de Rodolfo, llegar hasta un restaurante de una familia de Santander, que residía allí, teniendo la mayor plantación y producción de azúcar del país y que nos querían invitar al almuerzo. Un almuerzo de arroz con curri y pollo realmente bueno del que salimos agradecidos después de esfuerzo realizado para llegar hasta Belmopan, la capital de Belize.
Después continuó el plan yendo en furgoneta hasta Belize City, ya que Joel me invitaba a dormir en su casa. Por el camino Joel me invitó a las primeras cervezas belizeñas, la Belikin.
Siendo pronto para dormir Joel me llevó hasta una casa de un amigo suyo que tenía un karaoke. Con ron belizeño y Coca Cola empezó una fiesta y una diversión sin precedentes ya que su amigo y su familia eran animadas hasta no poder más y, entre canciones y canciones, bailes y bailes, se hizo de noche...
Aún entre medias y con un punto peligroso de mi relación con el alcohol, pude conocer a Rodolfo que llegaba en avión desde una isla belizeña. Una gran persona a la que estaba tan agradecido como a Jesús, el artífice de tal destino.
Para después de la fiesta de karaoke, Joel me llevó a cenar en un bar de un amigo suyo unos nachos con verduras mientras seguíamos tomando y observando la fauna femenina de Belize. Pasaron las horas hasta la hora donde tocaba dormir.
Con lo que la bienvenida a Belize se podía catalogar como éxito rotundo y con la esperanza de seguir aprendiendo mucho sobre Belize y los belizeños en el día de mañana.
Pertenece al diario: La vuelta al mundo
27 / 02 / 16
Oscar Ixcotoyac
Buen dia Jordi. Que agradable ser parte de tus anécdotas en tu viaje... Espero logres tu objetivo. Cuídate y espero sigamos en comunicación.