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Trayecto: Xigatse (3900) - Gyantse (4005)
Tiempo: Sol y nubes
Nada más levantarnos fuimos a disfrutar del desayuno, bufet libre, del hotel. Después Jigme y Pasen, el guía y el conductor estaban, como de costumbre, esperando en el parking del hotel para llevarnos hasta el primer monasterio budista de Tibet.
Panchen Lama's Tashilhumpu era el complicado nombre del monasterio y como tal tenía en su interior a monjes budistas rezando y creando un entorno mágico y místico como nunca antes había vivido. Cada rincón y detalle del complejo era precioso y rezumaba espiritualidad, aunque el montón de dinero que los peregrinos ofrecían en cada pintura, estatua o imagen era increíble. No dejé de pensar que, eso que parecía tan puro, podía estar algo oscurecido por el dinero.
Paseamos por las calles visitando estupas e iglesias donde, aparte de dinero, también se ofrecía mantequilla de yak para mantener las velas encendidas.
Volvimos al jeep y de ahí empezamos el corto, aunque pesado viaje hasta Gyantse. Como siempre los 90 kilómetros que nos separaban del destino estaba repleto de controles y montañas realmente espectaculares: nunca bajando de los 4000 metros de altitud.
En Gyantse llegamos para la hora de comer en un restaurante recomendado por Jigme. Después de eso Jigme nos llevó a visitar el Phalkor Monastery y la enorme estupa Kumbum.
Nos estuvo enseñando largo rato las diferencias de imágenes de budas de la compasión y de la energía, entre otros, siendo una visita de lo más interesante.
Luego nos dejó a nuestro aire y paseamos por las calles de esta villa comprando un balón y jugando con los niños tibetanos que, emocionados por nuestra presencia, disfrutaban a lo grande. Momento anecdótico fue cuando Ricardo, en un intento de pasar el balón por encima de una puerta china, lo coló, sin remedio de rescate y eso que lo había comprado hacía pocas horas. También intentamos subir al castillo precioso que había en la cumbre de Gyantse, sin mucha suerte, ya que lo estaban cerrando. Igualmente aprovechamos a subir hasta una pequeña montaña para ver las vistas del atardecer de todo el valle y los monasterios. Impresionantes vistas y experiencia.
Por la noche paramos a cenar en una cantina en la que cenamos de lujo y bebimos a chupitos unas cervezas (modo tradicional en el Tíbet)
La vuelta al mundo en bicicleta por Jordi Romo
Pertenece al diario: La vuelta al mundo
24 / 06 / 14