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Distancia recorrida: 19 km
Tiempo: Un sol de amigos
Quien iba a decir que en un día podía cambiar la suerte de la noche a la mañana y es que los últimos acontecimientos no eran de lo mejor del mundo, todo lo contrario, parecía que habíamos entrado en una espiral de malas vibraciones sin final.
Pero en un viaje como este todo puede cambiar en tan sólo unos segundos. Después de acampar en las afueras de Bishkek hemos topado con grandes personas que nos han abierto sus corazónes y su casa para ayudarnos en estos momentos en los que el dinero estaba flaqueando y todas las esperanzas de encontrar a alguien con buen corazón, en este país, se estaban acabando.
Todo empezó en el día anterior cuando a Javi se le rompió el cambio y cuando buscábamos algún punto de Internet por la noche. Por la mañana fuimos andando, desde las afueras de Bishkek, hasta la embajada de la India esperando encontrar el visado ya listo.
Mientras yo entraba a preguntar, Javi, esperaba con las bicicletas y el equipaje en el exterior. Tardaron unos minutos hasta que me dijeron que aún estaba pendiente y teníamos que esperar hasta el día siguiente. Con lo que salí con la cabeza gacha y sin poder resolver el problema. En eso, un par de ciclistas y un borracho, habían parado para hablar con Javi. Los dos ciclistas se llamaban: Ermesc y wili y desde el primer momento vimos que eran buenas personas.
Después de presentarnos les contamos el problema del cambio de Javi y, sin mediar más palabras, quisieron acompañarnos hasta la tienda de bicis. En el trayecto los conocimos mejor y cuando llegamos a la tienda nos dimos cuenta que estaba cerrada, por ser día festivo. El mundo se nos cayó encima y pensamos que teníamos que estar todo el día con la bici a cuestas sin poder pedalear y volver al lugar donde acampamos con los mismos problemas que la ida.
Pero en ese momento la suerte cambió cuando, Wili, nos dijo que en su casa podía tener una pieza para arreglar, sin gastos, la pieza de Javi. Sin pensarlo les dijimos que adelante ya que no teníamos nada que perder. Wili que se veía todo un Mcgiver (manitas) inventó un sistema para remolcar a Javi con su bici y empezamos a rodar con la sonrisa aun contenida.
Llegamos a casa de Wili, una casa muy humilde, en la que nos recibió con los brazos abiertos su madre. En un periquete nos encontramos en la mesa comiendo algo y diciéndonos que podíamos quedarnos a dormir con ellos las noches que necesitásemos. Nos quedamos helados y con una respuesta tímida de aprobación nos montaron un plan que, para nosotros, era inmejorable. Después de comer nos pidieron la ropa sucia para lavarla, nos dieron toallas y nos llevaron a unas duchas, tipo Hamam privado con sauna incluida, que nos dejaron como nuevos.
Después intentamos reparar la bici, pero el sistema que tenía Wili no era compatible con la bici de Javi con lo que el día siguiente teníamos que ir a la tienda de bicis a pedir un nuevo cambio, o algo similar, para arreglar el desperfecto.
Seguidamente Ermec nos invitó a conocer a su familia en su casa. Allá fuimos, motivados por todo lo que estábamos aprendiendo y viviendo esos momentos.
Al llegar a su casa nos presentó a su madre y a su hermana. Nos dieron de comer especialidades de Kirguistán y especialidades de la madre como: mermelada casera o algo parecido al Lacman con tallarines y carne. Todos eran maravillosos, encantadores y no dejaban de interesarse por nosotros. Después, Emrec, nos llevó a su salita de ordenador y allí nos pudimos conectar a Internet un rato mientras él y wili descansaban un rato; ya que él tenía algo de fiebre y no se encontraba muy fino.
Después de pasar la tarde en casa de Emrec, volvimos a casa de Wili donde nos esperaba su madre con una cena espectacular y un kalpak para cada uno como regalo (un sombrero típico de Kirguistán). Después de ver un poco la tele y una charla con la madre, que había sido profesora de inglés, nos acostamos a la cama sin acabar de asimilar todo lo bueno que nos estaba pasando.
Pertenece al diario: La vuelta al mundo
01 / 05 / 14