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Trayecto: Sandy Fork - Houston
Distancia recorrida: 216 km
Tiempo circulando: 7:24 horas
Tiempo: Nubes y lluvia
Justo cuando empiezo a pensar que estoy entrando en una monotonía, el viaje me da una sorpresa y cambia mi manera de pensar...
Después de mi habitual rutina levantándome, recogiendo el material y montando la bicicleta, pedaleé en pleno sol, para seguir, al cabo de una hora, en un puro techo gris sin esperanza de vislumbrar ese astro rey que antes me calentaba, poniéndome una camiseta de manga larga por encima.
Luego vino esa repentina sensación de monotonía y de hacer lo mismo que estaba haciendo ayer y antes de ayer, con cambios sutiles en las flores que me acompañaban por el camino hasta que...la lluvia empezó a rociar el campo, conmigo incluido y me tuve que tapar con más plásticos que abrigos.
De repente y sin previo aviso el rocío se fue multiplicando hasta convertirse en un mar de agua caído desde el cielo, con lo que me frené en una área de servicio esperando a que se calmara el temporal.
En ella aproveché a comer una hamburguesa económica y, justo cuando estaba esperando, Frank Miller, un extraño hasta el momento en que nos conocimos, me preguntó qué era lo que hacía con la bici. Le conté mi historia y, entre respeto y alagos, quiso regalarme 20 $ para ayudarme en mi pedaleo sin darme opción de rechazarlo.
Después de comer, y viendo que el temporal había parado un poco, volví a la carretera y de nuevo la suerte quiso echarme un cable para demostrarme que en esto de los viajes la monotonía se encuentra bien lejos... Mientras rodaba pasando el famoso rio Colorado y con unas 60 millas hasta Houston, un coche se paró delante de mí. De él salió un chico delgado con gorra y gafas de sol preguntándome si podía hacerme una pequeña entrevista, ya que le gustaba conocer a viajeros como yo.
Entre algunos videos, preguntas y fotografías y viendo que el tiempo seguía bien negro me ofreció llevarme hasta Houston de una tirada, con lo que no le rechacé el chance. Allí yo había quedado con Jaime para el día siguiente, un amigo que conocí en Cuzco y con el que mantuvimos el contacto, aunque no sabía si estaría o no en casa y, con su dirección en la mano, Edward, que así se llamaba mi nuevo amigo, me llevó en un visto y no visto hasta allí.
Al llegar un problema absurdo se nos presentó justo en la entrada al recinto de apartamentos. Jaime vivía en unos apartamentos unidos entre sí en el que no se podía entrar de ninguna manera ni contactar por interfono, con lo que tenía que buscar un wifi abierto por la zona para poder llegar de alguna manera hasta él. En un Starbucks de la zona me conecté al messenger y sin respuesta alguna le dije que ya había llegado.
Al rato y, viendo que nada sucedía y no podía encontrar remedio al tema, Edward me ofreció llevarme a su casa para dormir y esperar así a que el día siguiente pudiera hablar con Jaime.
Con el estómago bien vacío y la noche encima acepté la invitación y me metí en el coche para pasar toda la gran ciudad de Houston de lado a lado, comprobando lo grande que era, hasta que llegamos, primero a casa de su cuñado donde teníamos que recoger a su perro y de ahí me llevó para cenar a un restaurante "really good" en el que me invitó a comer unas sabrosas pizzas y a tomar una cerveza artesanal auténtica americana.
De ahí ya nos fuimos a su típica y bonita casa en un barrio fantásticamente americano, de esos salidos de películas. En ella me tomé una relajante ducha sacándome cuatro días de pedaladas de encima, sin más retos al cansancio nos fuimos a la cama para dormir en un lugar nuevo, desafiando a la tan temida monotonía.
Pertenece al diario: La vuelta al mundo
24 / 04 / 16